La generación de oro del baloncesto español, posiblemente la mejor selección de toda la historia de cualquier deporte en España, se despidió ayer de los Juegos de Río de Janeiro con una nueva medalla olímpica, ésta de bronce, después de batir en el emocionante partido por el tercer puesto a Australia, por 88-89.
Llegó la hora del adiós. O no. Porque con estos geniales jugadores nunca se sabe. Aunque no parece muy posible que el núcleo duro de esta talentosa selección aguante mucho más. Al menos, no parece muy probable verlos con 40 años en los Juegos de Tokio. El equipo que proporcionó a España sus mayores alegrías -sólo equiparables a las de la selección de fútbol que logró un Mundial y dos Eurocopas entre 2008 y 2012; o la de balonmano, con dos Mundiales (2005 y 2013) y tres bronces en Juegos (1996, 2000 y 2008)- salió, como no podía ser de otra manera, por la puerta grande de Río de Janeiro. Sufriendo hasta el final. Pero con su tercera medalla consecutiva en las últimas tres participaciones olímpicas.
En las que añadió a la histórica plata de Los Ángeles 1984 (EEUU), la de los Corbalán, Epi, Fernando Martín (primer español en jugar en la NBA) y Solozábal -que firmaron la primera gran gesta del basket español, cediendo sólo ante un equipo en el que ya brillaba un joven Michael Jordan- otras dos de ese metal. Tras complicar las finales de Pekín 2008 y Londres 2012 de nuevo a Estados Unidos.
A falta de confirmaciones o desmentidos oficiales (ni siquiera las del técnico, Sergio Scariolo, parece claro que no se repetirá otro gran torneo con el esqueleto de este equipo, liderado por Pau Gasol y capitaneado por Juan Carlos Navarro, en el que en Brasil aún jugaron seis héroes de Saitama. Donde España se situó en el centro del basket intercontinental al ganar el Mundial de Japón 2006. Único de los presentes en Río sin vínculo con la NBA, Reyes, hermano de Alfonso, otro ilustre de la canasta, se ha limitado, tras explotar en Estudiantes, a ganarlo todo con el Real Madrid.
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