Se casó con el extécnico español de CAN en junio y hace unos días formalizó su fichaje con Mataró, de Barcelona. La orureña, considerada como el “cerebro” de la Selección, confía en saltar a la Liga 1 de España.
Si, de pronto, la broma crea su espacio en alguna charla de Romina y sus mejores amigas, es posible que alguna de las que compone el momento le lance un “señora” (con sonrisa incluida) a la protagonista del relato, que con solo 26 años se ha ganado el mote por el hecho de haberse casado hace muy poquito, el 26 de junio, para ser exactos y poner fechas en esta anécdota.
El presente está de su lado. Y Romina Rodríguez, la “choca” más visionaria del baloncesto boliviano, devuelve el gesto del universo con gratitud. La orureña, que se desempeña como capitana de la Selección Nacional, misma que ganó la medalla de plata en los Suramericanos de mayo pasado, invita al disfrute con su juego.
Porque si el gimnasta japonés Kohei Uchimura invita al disfrute con su versatilidad artística entre las barras, porque si el escritor Julio Cortázar aún después de muerto es capaz de mantener en desvelo a aquellos que todavía no descifran su Rayuela, Romina también tiene el poder de cautivar. Sí. su juego atrapa a cualquiera.
Cuando la Verde enfrentó a Chile y lo aplastó por 80-40 en el partido que definió al ganador del disco plateado del baloncesto femenino de Cocha 2018 (el jueves 31 de mayo), la “choca” dio argumentos del porqué es considerada como el “cerebro” del conjunto. Es armadora. No por azar lee bien y decodifica las acciones. Las planea, es visionaria.
“Me siento libre en la cancha. Desde que comencé con el basquet me desenvolví como armadora-base. Sirvió mucho. Fui mejorando algunos aspectos. La experiencia, el hecho de haber jugado con selecciones mayores, hizo que tenga más visión y seguridad”.
El gerente de la Federación Boliviana de Baloncesto (FBB), Javier Gutiérrez, coincide en esa apreciación: “Es inteligente”.
Con poco menos de un mes luciendo su anillo en el dedo anular, la orureña establece un evento que marca historia: unos videos de su actuación durante los Juegos le dieron la chance de que el mercado español pusiera sus ojos en ella. Su agente envió las filmaciones enteras de su rendimiento y dos clubes mostraron interés. El que progresó en las gestiones fue el Ae Boet Mataró, de Barcelona, que es parte de la Liga Femenina 2.
Es por ello que Romi deberá viajar, luego de septiembre, al Viejo Continente, donde intentará convencer de sus aptitudes para que las ofertas sean cada vez mejores.
Su ambición más alta es acceder a la Liga 1, la más competitiva. “Primero debo rendir muy bien. Despues espero que eso me lleve a otros clubes. A lo mejor, a la Liga Femenina 1. Uno no sabe. Pienso que se me van a abrir muchas puertas”, resume la basquetbolista, que suma nueve torneos internacionales, campeonatos de clubes y una participación en la provincia argentina de Salta, que sucedió cuando tenía 19 años.
Mientras tanto, disfruta. “He tenido invitaciones para ir a Nicaragua y Perú, por ejemplo, pero creo que esto (el fichaje de España) fue lo mejor de mi carrera. Estoy feliz”.
Conoció a su esposo en su ciudad. En un entrenamiento de CAN, allá, en 2016, le presentaron a quien en ese entonces era el DT del equipo: el español Ignacio Domínguez, de 29 años. Ella era parte del equipo Alemán.
Todo se dio de forma paulatina. Accedió a una invitación para cenar, luego a otra salida y la interacción consolidó la unión.
“Él me apoya mucho. Vamos a estar separados porque voy a vivir en Barcelona y él, en Valencia”, adelantó Romina, que todavía no define si decidirá radicar definitivamente en España.
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