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sábado, 3 de enero de 2015
Martín Ochoa: “Mi sueño es llegar algún día a dedicarme profesionalmente al deporte del básquetbol”
Martín Ochoa Castañón, tarijeño de 20 años, ganó todo con el Club La Salle en 2014 dentro de la temporada del básquetbol boliviano.
Carácter, potencia, constancia, regularidad. Lo de “Tincho” (su sobrenombre) en la temporada 2014 jugando para La Salle, traspasó la etiqueta de promesa para adentrarse en uno de los jugadores más importantes de su club y de mayor sustentación a nivel Bolivia.
Por momentos del año parecía una máquina infalible y que rendía siempre bien. Fue el máximo anotador nacional de la Liga Boliviana de Básquet (Libobasquet) y consiguió experiencias internacionales como ningún otro, estando presente en los Juegos Odesur de Chile y la Liga Sudamericana de Básquetbol en Brasil.
En el País EN quisimos conocer un poco más de este crack “chapaco”. ¿Cómo se formó semejante deportista?, ¿Qué cosas prioriza en su vida sabiendo que el básquet en Bolivia es amateur?, ¿qué experiencias saca del año 2014 donde jugó a pleno?, son algunas de las cuestiones que nos atrajeron para asistir hasta su domicilio, ubicado en el barrio Las Panosas.
SU VIDA, SUS PASIONES
El País: ¿Nos puedes contar de donde viene tu amor por el básquet?
Martín Ochoa: Esta pasión la llevo casi desde que tengo uso de razón. A mis padres les gusta la disciplina y creo que siempre hubo pelotas de básquet en mi casa. Mi primer contacto yendo a jugar se da a mis cuatro años y aún lo recuerdo. Fue una práctica a la que fui con mi hermana y nunca me olvidaré porque estuve casi dos semanas sólo asistiendo a ver y no ingresaba porque me daba miedo la pelota.
EP: ¿Y desde ese entonces no lo dejaste de practicar?
MO: A esa edad nace mi enamoramiento con el básquet y creo que hasta el día de hoy que tengo 20 años no he dejado de practicarlo. Es que para mí cuando era niño era muy divertido y prefería lanzar en un arito que tengo en mi patio antes que estar viendo dibujitos o jugando play station. Aparte era tan apasionado que amigo que estuvo en mi casa, alguna vez jugó baloncesto.
EP: ¿Cómo fue tu carrera en inferiores?
MO: De muy chico empecé con el profesor Oscar Ponce en la Escuela de Deportes Tarija. Luego pasé a jugar en Ave Fénix donde el entrenador era el profesor Ramón “Nene” Díaz. Finalmente, cuando tenía 12 o 13 años, no recuerdo exactamente, paso a formar parte de La Salle, que abrió su escuela con no más de 10 niños y con Enrique “Bora” López como entrenador. Para mí es un honor haber pasado por tan buenos formadores porque me enseñaron mucho, y también de haber defendido los colores de La Salle, que inició como un proyecto de divisiones inferiores y hoy es una escuela de básquet con más de 200 alumnos.
EP: ¿Selecciones tarijeñas?
MO: Desde mis 14 años para adelante todas. También fue una etapa muy importante de mi vida representar a Tarija porque conocí varios lugares del país e hice buenos amigos. Esa es otra parte que te da el deporte, porque más allá de tener objetivos para cumplirnos, las personas con las que uno se rodea, te van marcando.
EP: ¿Sé que también juegas bien fútbol, hasta qué edad lo practicaste de forma paralela?
MO: Si me gusta un montón jugar fútbol y es algo en lo que tomé una determinación en cierta parte de mi carrera infantil. Yo a los 10 años comencé a jugar las dos cosas de forma paralela y el fútbol lo hacía en Tenis Soccer con el profesor Cristian “Bocha” Bernadas. Luego a los 15 años cuando quería profundizar más el básquet, tuve que dejar el fútbol porque se me hacía realmente complicado teniendo también los estudios del colegio.
EP: ¿A qué te refieres con profundizar en el básquet?
MO: Cuando me refería a profundizar, quizá lo decía porque empecé a asistir a más campus, a focalizar mi trabajo físico en lo que exige el básquetbol y por ahí a fijarme más en la disciplina para especializarme en la misma. Como contaba en principio de la nota, jugar el deporte canasta me distrae y apasiona mucho.
EP: ¿Y más allá del básquet, qué te gusta hacer en tu tiempo libre?
MO: Por ahí con el estudio (actualmente se encuentra en Ingeniería Civil) y los entrenamientos no me quedan muchos ratos libres (sonríe). Me gusta estar con mis amigos aunque sea en una plaza charlando, luego también leo mucho y si se puede de vez en cuando algún juego de video me distrae también. Por otra parte, mi vida gira en torno al deporte y me agrada salir a trotar.
EP: ¿Se puede conjugar educación superior con Libobasquet?
MO: Es muy complicado y creo que se irá complicando cada año que se formalice más la Liga Boliviana de Básquet. Todos aspiramos a vivir del baloncesto, pero por el momento no da y debemos seguir teniendo otra actividad paralela, ya sea estudio o trabajo. Por ejemplo yo tengo que quedarme algunos días hasta las cuatro de la mañana para terminar láminas y presentar al día siguiente con el fin de obtener el permiso para viajar a competir con La Salle. Si bien luego uno logra campeonatos y todo vale la pena, no hay que negar el esfuerzo es grande mientras no sea profesional el básquet en Bolivia.
EP: ¿Si en Bolivia se daría el cambio de amateur a profesional o si te saldría alguna oportunidad de emigrar a un básquet rentado, tomarías la decisión de dedicarte cien por ciento al deporte?
MO: Yo creo que sí, es algo que sueño. Por el momento es sólo sueño y en mi vida el básquet debe ir de la mano del estudio. En la experiencia internacional que viví jugando el Sudamericano de Clubes con La Salle, fue mi compañero quien asistió como refuerzo, Mariano Byró, quien me dijo que yo y varios chicos en Bolivia tenemos condiciones para estar en Argentina, eso me motivo y sólo resta seguir trabajando para que ojalá llegue pronto el momento.
EP: ¿Cuál es el cambio que sentiste este año en el baloncesto nacional con el nacimiento de la Libobasquet?
MO: Sentí un gran cambio como deportista para bien. De 2013 a 2014, la cantidad de partidos de roce nacional que jugamos fue abismalmente distinta. En 2013 eran campeonatos de una semana donde incluso todo el crédito se lo llevaban los refuerzos internacionales y dependía de ellos para ganar o no a nivel clubes en el país.
En cambio en la temporada 2014 con la Libobasquet, los equipos tuvimos primero que hacer pretemporada y a eso sumarle los dos casi tres meses de cada una de las versiones, un cambio importante para Bolivia. Ahora en 2015 se vendrán nuevos retos y con la Liga garantizada, seguramente todos los equipos irán subiendo su nivel porque me imagino que su objetivo será destronarnos a nosotros.
EP: ¿Estuviste en Odesur y Bolivarianos, qué nivel tiene Bolivia respecto al resto de los seleccionados Sudamérica?
MO: A los juegos Odesur de Chile viajamos con un equipo que tenía mitad experiencia y mitad juventud. Yo pude observar en esa competencia que el tema pasa por lo físico. En Bolivia nos hemos formado en el último tiempo con conceptos de básquet argentino y no estamos muy lejos, en todo caso estamos a la par diría yo. Necesitamos más competición y profesionalismo nada más para acortar las brechas. Debemos mantener ese buen nivel de conceptos básicos y fundamentos para empezar a mejorar mucho en el aspecto físico, además de ir reclutando gente.
En los Bolivarianos por ejemplo Bolivia puede ir a competir de igual a igual porque calidad en nuestro país tenemos. Cuando los jugadores van ingresando en otros países en el profesionalismo, es donde se complica.
EP: ¿En esas experiencias internacionales, identificaste cosas que se puedan copiar de otros países a corto plazo en Bolivia?
MO: Los equipos de trabajo. Uno veía a la selección de Argentina con cuerpos técnicos de cinco o seis personas en el partido. Desde utilero, asistente, preparador físico hasta el coach. Si esa es la cara visible en los cotejos, imaginamos que debe haber aún más personas por detrás, la capacitación humana es importante.
Los tiempos de trabajo y condiciones de entrenamiento también son fundamentales. Las otras selecciones planifican una temporada donde salen a competir o traen equipos a sus países para mantener el ritmo de exigencia. Nosotros en cambio cuando tenemos un evento internacional, nos juntamos dos semanas antes y vamos simplemente por participar. Eso si bien demanda dinero, también demanda planificación que creo yo es con lo que se puede arrancar en el país.
Familia destaca su disciplina y coraje
Martín vive con sus padres y hermana. Es hijo de Manuel, un personaje nacional del básquet boliviano por sus gestiones como dirigente en la década del 90, y de Margot, una madre de familia que ejerció como pilar fundamental en su formación como basquetbolista. Su hermana es Gabriela y por sus dos años de diferencia, es también alguien con quien compartió mucho en su vida deportiva.
Margot
Su mamá nos comentó sobre experiencias de Martín cuando era niño y en las que a ella le tocaba acompañarlo por entrenamientos o campus en el exterior.
“Con el básquet él desde muy pequeñito demostró que podía encontrar valores en el deporte. Además de ser buen jugador, siempre fue un chico responsable, buen compañero con el resto de los integrantes de sus equipos y por sobre todo una persona muy disciplinada. Ahora que está jugando en la Libobasquet y estudiado Ingeniería Civil, mantiene los mismos valores intactos de cuando era niño”, dijo su mamá.
“A mí me tocó brindarle mucho apoyo, porque su preparación demandaba llevarlo a las prácticas, viajar a cursos en el Argentina, pero creo que todo valió la pena”, dijo.
Gabriela
Su hermana nos habló un poco de su pasión y fanatismo por el básquetbol que siempre tuvo Martín, además de él como persona.
“Yo viví todo ese proceso de enfermo por el básquet a lo que es hoy en día jugando los campeonatos más importantes de Bolivia. En nuestros primeros entrenamientos, la pelota era más grande que él, en vacaciones prefería seguir entrenando antes que hacer otra cosa, luego yo deje, pero el continuó y hoy es un gran jugador”, nos comentó su hermana.
“Como hermano es una persona súper amable, en lo personal me hace reír mucho y siempre está de bueno humor. Por lo que puedo ver en sus momentos disponibles él está viendo NBA o juegos de la Liga Argentina”, indicó.
Manuel
Su papá Manuel, un hombre que sabe mucho de básquet, nos contó cómo se fue gestando este gran jugador y de algunas virtudes que tiene como hijo que luego se ven plasmadas cuando hace deporte.
“Martín nace cuando yo estaba enceguecido con el básquet, yo pertenecía a la Federación y respiraba baloncesto. Tuvimos un sueño que hoy se hace realidad, que Martín sea jugador. Más allá de sus virtudes deportivas, que por cierto significaron una inversión familiar en dinero y tiempo, es un muchacho que tiene un gran carácter para la vida. En la cancha se lo ve fuerte, valiente, aguerrido y es porque es así en general para afrontar todas las situaciones que se le presentan”, comentó su padre.
“Es disciplinado dentro y fuera de la cancha, es formal para cada una de sus actividades, pero no todo es bueno, tiene defectos también como ser caprichoso, terco y conmigo muchas veces llega a chocar porque tenemos visiones distintas en ciertos temas. Sin embargo logramos tener un vínculo muy intenso y afectuoso”, concluyó.
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