lunes, 24 de septiembre de 2012

Boliviana en EEUU jugando golf

Haber vivido 25 años en los Estados Unidos, se le hizo fácil, porque su deporte, el golf, le abrió los caminos.

Admirada por su destreza, por su buena preparación física, le permitió conquistar muchos lauros, era la “boliviana”, que ponía en alto el nombre su amada Bolivia.

Jugó en varios Estados del país del norte.

Su corazón se le oprimía al pensar que en nuestro país no existía la infraestructura que tenía los Estados Unidos.

Olga Aillón de Rodríguez, fue una de esas personas privilegiadas desde su nacimiento cuando un 25 de diciembre de 1929 sus ojos vieron la luz y un 21 de septiembre de 2012, se cerraron para el viaje a la eternidad.

El centro minero de Catavi se convirtió en la cuna de su actividad deportiva y profesional, como el basket, la natación y de manera especial el golf, asistiendo a competencias nacionales e internacionales consiguiendo logros importantes para el deporte nacional.

Acaso el deporte haya templado su carácter, sólida, responsable en sus actividades cotidianas, noble y con una calidad humana, cualidades que fueron un gran imán para sembrar amistades.

Sus condiciones deportivas despertaron la admiración de sus rivales y el orgullo de los dirigentes y de su familia.

Junto al amor de su vida Eduardo Rodríguez se trasladaron a los Estados Unidos, donde vivieron por 25 años, entre 1970 y 1989 trabajó en oficinas de la OEA, Departamento de música, mereciendo el reconocimiento por su eficiencia y calidad profesional.

A su retorno decidieron radicar en Cochabamba, vinculándose al Country Club como socios sin abandonar el golf que fue la pasión de su vida, exponiendo su calidad y capacidad, que la llevó a disputar torneos nacionales e internacionales, sea individualmente o por equipos.

Hasta hace poco aún practicando, venciendo al peso de los años, dejando un ejemplo a las generaciones que cuando se lleva una vida ordenada y vinculada al deporte, hay mente y cuerpo sano.

Olguita, como cariñosamente era llamada por sus más cercanas amistades, era una mujer, que tenía a flor de piel el gran cariño por nuestra patria a la que queria verla unida, desarrollada y con niños y jovenes que tengan una escuela y sobre todo un seguro de salud.

Su querida Catavi, latía en su corazón con la fuerza que solo los centros mineros pueden hacerlo, formando hombres templados y de acero.

Días antes de su muerte, con una mente lúcida e ideas brillantes era capaz de inyectar ilusiones, esperanzas de un mejor futuro.

Olguita, ahora descansa en paz, en aquel lugar que tienen reservadas las personas que hicieron del deporte un servicio y de su vida un templo de ejemplo y bondad inconmensurable.

Acostumbrada a estar casi siempre en lo alto del podio de los vencedores, con la fuerza de su voz dijo: ¡Viva Bolivia!

No hay comentarios:

Publicar un comentario