El viento frío y la lluvia que pega en la cara, los paraguas que se doblan, la humedad adherida en el cuerpo, las gorras que se vuelan. Esa sí que es la pasión de los espectadores por el golf, y ése es el Abierto Británico en estado puro, como se dio ayer la tercera vuelta en el campo de Royal St. George. Darren Clarke le temía a la borrasca que se había pronosticado, pero fue el primero en hacerle frente al mal clima de manera estoica, cual capitán de barco que resiste desde la proa.
Por suerte para el norirlandés, de 42 años, el temporal empezó a menguar cuando él transitaba el quinto hoyo. Mantuvo la paciencia, atributo esencial para esta clase de torneos, y terminó festejando bajo el sol en el green del 18, con un score de 69 (-1) y un total de 205 (-5), que le permite liderar en soledad a una vuelta del final.
"Fui muy afortunado con el horario que me tocó en relación con el clima; para ganar un torneo, a veces el cronograma de salidas marca una diferencia importante, pero en un Abierto Británico, esa diferencia se nota más todavía, es enorme", señaló Clarke, no muy preciso en el green pero feliz con su tarjeta: "Si alguien me ofrecía un score de 69 antes de salir, le mordía la mano para conseguirlo".
La segunda vuelta había dejado a 31 jugadores separados por apenas cuatro golpes. Tras la tercera, el panorama empezó a clarificarse, aunque todavía son varios los aspirantes a alzar la Jarra de Plata que levantó Roberto De Vicenzo en 1967. Dustin Johnson, que perdió el PGA Championship 2010 tras incurrir en una infracción en un búnker, se perfila como el principal contendiente de Clarke. Este gran pegador, de lo mejor de la generación joven de los Estados Unidos, se ubica a un sólo golpe luego de un giro de 68 (-2), el más bajo del día junto con el de su compatriota Rickie Fowler, a tres de la punta.
Algunos números son el cabal reflejo de una jornada complicadísima: ninguno de los 71 golfistas quedó libre de bogeys y sólo los tres mencionados (Clarke, Johnson y Fowler) firmaron una vuelta bajo el par. Por eso están allí arriba, contrarrestando con valentía e imaginación este link ondulante y endemoniado de Sandwich, Inglaterra. Lo de Clarke es aún más meritorio, porque fue el único jugador en bajar el par en las tres rondas (68-68-69).
Desde las 10.10 de nuestro país, horario de la última salida, se entablará un interesante duelo entre dos jugadores que no tienen puntos de contacto en su formación. Clarke puede transformarse en el primer campeón del Open en rubricar cuatro vueltas bajo el par desde que Tiger Woods lo logró en 2000. De sus 53 participaciones previas en Majors, su mejor actuación fue un segundo puesto empatado en el Abierto Británico de 1997, en Royal Troon.
Irlanda del Norte parece el centro mundial del golf, porque últimamente vivió grandes alegrías. Graeme McDowell se adjudicó el US Open 2010; Rory McIlroy arrasó en el US Open 2011 y ahora Clarke pretenderá ser el segundo norirlandés en imponerse en el British luego de la conquista de Fred Daly en Royal Liverpool (1947). "El domingo tengo una chance, pero hasta ahora es sólo eso: una oportunidad. Sé que estará ventoso y todavía hay un largo camino por recorrer."
Dustin Johnson carga con todo el peso de la frustración golfística de su país. Apartado de la actividad Tiger Woods, ya pasaron cinco Majors sin triunfos norteamericanos. "Los muchachos del Tour Europeo vienen jugando muy bien en los últimos certámenes grandes, pero eso no implica nada malo con los americanos", se defendió Johnson, que al mismo tiempo intentará su propio desquite, luego de derrumbarse en el US Open 2010 tras ir puntero el domingo, y de aquellos dos golpes de multa que pagó en el PGA Championship del mismo año.
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