La selección española se proclamó campeona de Europa al derrotar en la final a Lituania por 80-63, en un partido sin sufrimiento y que dominó a placer de principio a fin, para alzar su tercer título continental por la puerta grande.
España salió bien en ataque, con suficiencia y avasalló a la defensa lituana que no encontró la manera de parar las oleadas que comandaban Sergio Llull, Pau Gasol o un Rudy Fernández, que con menos dolor en la espalda, se sumó al ataque cuando más falta hacía.
Con 8-2 (min.2.30) el entrenador lituano, Jonas Kazkauskas, tuvo que parar el partido para intentar frenar un marcador que parecía desbocado. La ventaja llegó hasta un 19-6 (min. 7.30) en uno de los cuartos más placidos jugados por el equipo español. Al final de los primeros diez minutos, 19-8.
El equipo español aumentó la renta hasta los 15 puntos, 23-8 (min.11.30) y 25-10 (min.12.30), con Rudy desatado en un momento dulce. La selección siguió negando el bloqueo y continuación de Mantas Kalnietis con Jonas Valanciunas y, por ahí, llegaron muchos de los problemas lituanos.
La selección española perdió este segundo parcial por 22-25, lo que habla de la relajación defensiva vista la fluidez del ataque.
La zona, empleada mayoritariamente con Pau Gasol en el banquillo, no apretó lo suficiente y permitió crecer a Lituania.
En el descanso, los jugadores tomaron nota y volvieron con renovados ánimos a pista. No era cuestión de complicarse un partido, que siendo una final, fue uno de los más plácidos de todo el campeonato.
La vuelta de Gasol a pista supuso otro golpe moral para una Lituania fuera de combate, 62-47 (min.33). Los minutos pasaron y a falta de dos minutos, 72-59, la victoria fue ya casi un hecho.
Tras un campeonato muy sufrido, España ganó su tercera medalla de oro de la forma más plácida, como lo hacen los grandes campeones.
Por el tercer puesto, Francia se conformó con el bronce al imponerse 81-68 a Serbia, otrora gran protagonista de las finales europeas.
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