El nuevo campeón del Masters de Augusta es Bubba Watson. No contra pronóstico, pero sí el menos esperado en la terna de favoritos. Un tipo simpático, normal, religioso, y con una gran pegada en el PGA Tour. Suele enviar la bola de media a más de 270 metros de distancia. En Augusta dio fe de su fuerza. Pero ante todo Bubba Watson es un hombre familiar, que se emocionó, y mucho, cuando recordó a su fallecido padre y cuando delante de los socios del Augusta National dijo que esta era una victoria conseguida el día en que Jesús resucitó.
Todo por Caleb. El 28 de marzo pasado, después del torneo de Bay Hill (Orlando), Bubba y su mujer Angie anunciaron la adopción, ya que su mujer no podía tener descendencia, de un bebé de nombre Caleb.
Y tal es la responsabilidad adquirida por Watson en esta materia, que la semana pasada le dijo a su mujer que no llegaría a Augusta hasta el mismo miércoles, cuando era norma suya, las tres veces que jugó el Masters, llegar el fin de semana anterior para entrenar. Bubba anteponía su nueva faceta de padre a la de profesional de golf.
Pero Angie le dijo que ni hablar, que las rutinas no se cambian. En una entrevista pre-torneo, Watson reconoció que ahora Caleb lo era todo para el matrimonio. La pareja se fundió en un emocionado abrazo en el green del hoyo 10 después de que Watson llorase como un niño durante un minuto largo junto a su caddy tras embocar el putt cortito que le daba un triunfo especial.
Zurdo humanitario. Bubba es un hombre muy sensibilizado con las causas humanitarias. Hace donaciones para la investigación sobre el cáncer, causas militares y todo lo relacionado con los niños. "Su deseo es recaudar un millón de dólares", asegura su mánager, Jens M. Beck. Y en el PGA Tour tiene estipulado que cada vez que sobrepasa las 300 yardas en un hoyo, dona una cantidad determinada de dinero también para 'charity'.
Con nombre de hombre de campo, una zurda poderosa y un corazón inmenso Bubba demuestra que sin marketing también se gana.
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